Sophia Loren y Gina Lollobrigida ejemplo de Belleza Dual a la italiana |
Arriba y Abajo. Norte y Sur.
Grande y Pequeño. Alto y Bajo. Bonito y Feo…
Así hemos dibujado este mundo,
con argumentos maniqueos donde los Buenos son muy Buenos y los Malos son muy
Malos. Pero como decía el refrán: “Nada es verdad ni es mentira, todo depende
del color del cristal con que se mira”. Por eso tenemos ejemplos varios de cómo
dentro de cada modelo se dan sutiles variantes que subdividen el conjunto
original en subconjuntos con entidad propia.
Grace Kelly con una Belleza principesca y atemporal diseñada para acuñar monedas o sellos y Marilyn Monroe con una Belleza icónica y pop creada para forrar paredes o edificios. |
En cualquier escuela de cine
estudian cómo crear personajes protagonistas y antagonistas para que la
historia sea creíble. El cine como la moda comparte iconos que también viven
inmersos en esta constante dualidad. Una eterna lucha de poder entre ángeles y
demonios que defienden lo ideal frente a lo real.
Una enigmática mirada color violeta hizo a Elizabeth Taylor un mito inalcanzable y un divertido y entrañable corte de pelo convirtió a Audrey Hepburn en la estrella cercana. |
La belleza dual separa, a un
lado, el canon frío, distante, idólatra, e incluso a veces inquietante, y al
otro lado, el modelo cálido, cercano, carnal y atractivo. La perfección fría
vive espalda con espalda con la armonía del error.
Brigitte Bardot y Catherine Deneuve El Volcán y el Iceberg |
Y este juego alcanza también al
común de los mortales, obligados a pertenecer en un grupo que nos integre y nos
de identidad, a sabiendas que nos perdemos del resto de realidades paralelas
que nos circundan. Lo más sorprendente es que no todo esta perdido, y que no
siempre tenemos que jugar esta partida de ajedrez con Blancas o con Negras,
sino que, al menos con la Moda, podemos cambiar a nuestro antojo de fichas y
disfrutar de nuestra propia dualidad trifásica y polifacética.
¡Viva el libre albedrío!
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